Aún considerando el volumen existente de textos antiguos galeses, el poema 'La Batalla de los Árboles' o "Cad Goddeu", incluido en el "Libro de Taliesin" el cual forma parte del "Libro Rojo de Hergest" del siglo XIII, es el que más ligado se encuentra a las ideas bárdicas relacionadas directamente a los árboles sagrados.
Taliesin, Jefe de Bardos, figura legendaria que se remonta a los tiempos de Arturo, el gran soberano de los britones. Taliesin cuentea el conflicto entre Gwydion, "El Hechicero", quien invoca a los árboles y arbustos de Britania, contra el ejército del "Otro Mundo", liderados por Peblig "El Fuerte", y en último término por su rey Arawn.
La Batalla de los Árboles / Cad Goddeu
Las copas de las hayas han retoñado recientemente,
Se han cambiado y renovado.
Cuando el haya prospera con hechizos y letanías,
Las copas de los robles se enmarañan y hay esperanza para
los árboles.
He despojado al helecho, con el que descubro todos los
secretos,
El viejo Math ap Mathonwy no sabía más que yo.
Con nueve clases de facultades Dios me ha dotado:
Soy fruto de frutos recogidos de nueve clases de árboles:
Ciruelo, membrillo, arándano, morera, frambuesa,
Peral, cerezo negro y blanco, con el serbo en mi participan.
Desde mi sede en Fefynedd una ciudad que es fuerte,
Observe los árboles y las cosas verdes que se apresuraban.
Apartándose de la felicidad se disponían a asumir
las formas de las principales letras del alfabeto.
Los viajeros se asombraban, lo guerreros se espantaban
Ante la renovación de conflictos
Como los que causó Gwydion.
Bajo la raíz de la lengua una lucha sumamente terrible,
Y otra furiosa detrás, en la cabeza.
Los alisos de la primera fila iniciaron la refriega,
El sauce y el fresno silvestre tardaron en ordenarse.
El acebo, verde oscuro, tomó una actitud resuelta,
Esta armado con muchas puntas de lanza que hierven la mano.
Con el pisotear del rápido roble, cielo y tierra resuena,
-Recio Guardián de la Puerta-
es su nombre en todas las lenguas.
Grande era el argoma en la batalla, y la hiedra en su flor,
El avellano era el arbitro en ese tiempo encantado
Tosco y salvaje era el abeto, cruel el fresno,
No se desvía la medida de un pie, golpea directamente en el
corazón.
El abedul, aunque muy noble, tardó mucho en armarse,
pero no fue por cobardía, sino por su gran tamaño.
El brezo consolaba a la gente exánime,
Los álamos de larga resistencia sufrían mucho en la lucha.
Algunos de ellos eran expulsados del campo de batalla
A causa de los agujeros hechos en ellos por la fuerza del
enemigo.
Muy airada estaba la vid, cuyos secuaces son los olmos,
Yo la elogio mucho ante los gobernantes de los reinos.
Fuertes caudillos eran el endrino, con su fruto nocivo,
El espino blanco no amado de naturaleza parecida.
El junco que persigue velozmente, la retama con su cría,
Y la hiniesta que no se comportó bien hasta que la domaron.
El tejo que desparrama dotes estaba malhumorado al margen de
la lucha,
Con el saúco lento para arder entre fuegos que chamuscan,
Y la bendita manzana silvestre riendo de orgullo,
Desde el Gorchan de Maelderw junto a la roca.
Resguardados se quedan el ligustro y la madreselva,
Inexpertos en la batalla y el pino cortesano.
Pero yo, aunque menospreciado porque no era grande,
Combatí árboles, en vuestra formación en el campo de Goddeu
Brig.